El Valle del Río Eresma y el Valle del Río Lozoya son valles contiguos, es decir, están separados por la Cuerda Larga perteneciente a la sierra del Guadarrama. Se puede considerar que, Rascafría es la capital del Valle del Lozoya y La Granja de San Ildefonso la capital del Valle del Eresma.
Se puede mover rápidamente de uno a otro valle por múltiples medios, por ejemplo, por el aire usando uno de esos estúpidos 'párajos' motorizados, o bajo tierra para lo cual sólo hace falta ponerse a cavar, pero lo normal es hacerlo por superficie, usando un vehículo o los dos pies (esto último es bastante cansado y no lo recomiendo. Yo, alguna vez lo he tenido que hacer al pensar que era mejor atravesar un puerto al atardecer que pasar la noche al raso).
Si se dispone de vehículo, por carretera tenemos los puertos de Navacerrada, en un extremo, el de Navafría y el de Somosierra, en el otro extremo. Yo, que llevaba una 'burra' usaba el camino más corto entre dos puntos, es decir, la línea recta. Tomaba un camino (Camino de la Guerra) que, partiendo de la población de Rascafría, pasaba por el Paso del Reventón (Camino de la Silla del Rey) y perece en los jardines del Real Sitio.
Otras veces me iba hacia la derecha al Puerto de Malangosto desde donde un camino bajaba a las inmediaciones de la localidad de Torrecaballeros y de esta a La Granja de San Ildefonso, un paso. Y porque iba al Puerto de Malangosto. Pues a ver si me pasaba lo que a Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, cuando se topó con la ventera serrana de armas tomar a la que llamaban Chata de Malangosto. Lo cuenta en el Libro del Buen Amor, obra del año 1330, esencial de la literatura española del medievo, donde el autor cuenta diferentes aventuras en las que venteras y vaqueras serranas son también protagonistas.
Sigue un fragmento del Libro del Buen Amor:
Pasando yo una mañana Contesté yo a sus preguntas: Plantóseme en el sendero Díjele: -“¡Por Dios, vaquera, Y la Chata endiablada, Nieve había, granizaba,
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“Yo te llevaré a mi casa Yo, con miedo y arrecido, Cogióme fuerte la mano Me hizo entrar mucha aína De vino bueno un cuartero, Cuando el tiempo fue pasando, dijo: “Luchemos -un rato, levántate ya, de priesa; quítate de encima el hato” . Por la muñeca me priso, tuve que hacer cuanto quiso, ¡creo que me fue barato! |