China o El país de las bicicletas.-
Viviendo en los Estados Unidos me fui a trabajar a China. Allí mi labor fue realizar el sistema de control de la autopista entre las ciudades de Nanjing y Shanghai.
El realizar el sistema de control de la autopista entre las ciudades de Nanjing y Shangha me dio pie para escribir un libro sobre lo vivido y visto en la ciudad de Nanjing (HWY's for bycicles, HA!' - Número de catalogación en la Librería del Congreso (USA): 98-62547. ISBN: 0-9334879-0).
Nanjing fue capital de China hasta la II Guerra Mundial en que le pasó el estatuto de capital a la ciudad de Beijing (Peking). Se puede decir que en el año 2000 era muy parecida al Madrid de la posguerra mientras que la que iba tomando auge (y que hoy en día deja a la ciudad de Nueva York a la altura del zapato) era Shanghai.
Al ser conocedor de que mi empresa quería que fuese a China por un periodo de aproximadamente un año, fui y compre un libro ‘Learn Chinese in ten days’ (Aprenda chino en 10 días). Realmente no me merecía la pena aprender chino para un año, pero había ciertas palabras que consideraba muy útiles en cualquier idioma, eran: ‘Hola’, ‘Adiós’, ‘Gracias’ y ‘Estúpido’.
Y esta última ¿por qué? Se lo explicaré con un caso real.
Los taxistas (también conocidos por ‘Los Pelas’) son iguales en todo el mundo. Y los taxistas de Nanjing no iban a ser una excepción.
Me alojaba en el hotel Holiday Inn, que destacaba en una ciudad en que la mayoría de las construcciones eran de una planta. Un día paré un taxi (los ‘bolingas’ llamábamos a esos vehículos, para los cuales el antiguo ‘SEAT 600’ era un ‘cochazo’) y le enseñé el papel donde llevaba escrito en chino donde quería ir.
Llegó a la zona del hotel y veía que no hacía más que dar vueltas alrededor (la torre del hotel destacaba del resto de las casas). Veía que no paraba y me estaba cansando, así que le dije en chino ‘¡Estúpido!’. Sorprendido frenó en seco, momento en que aproveché para bajarme. Le cobraría mi carrera a otro ‘pardillo’.
Como en Nanjing, al igual que en el resto de China, el tráfico es caótico, (para cruzar las calles esperaba a que una persona mayor lo hiciera y cruzaba a su lado. Pensaba que si había llegado a tal edad lo mejor era cruzar a su lado) no puedes sacar ni convalidar el permiso de conducir, a no ser que hayas sido residente al menos un año, la empresa me proporcionó un chofer.
Por otra parte un amigo de USA, que había estado trabajando en Nanjing y ese momento estaba trabajando en Egipto, me dijo que, aunque el tráfico en Nanjing era terrible, era peor en Egipto (eso era imposible. Yo no me lo creí).
Por las tardes me iba a pasear por la ciudad y hacia unas 10 millas diarias, así que, durante el año que estuve en China recorrí la distancia de 3.600 millas (5.800 Km.), es decir, la distancia en línea recta que separa las ciudades de Madrid y Nueva York. ¡Y con mi único par de zapatos! (que por cierto compre en China).
Mis largos paseos vespertinos siempre terminaban en un mercadillo de los que la ciudad contaba con innumerables. En ellos me hice un experto en el regateo, y como sabía el mínimo chino, pues usaba el lenguaje internacional de los signos. Aunque, tarde en aprender que para indicar 10, no se hace como en Europa mostrando los cinco dedos de cada mano si no que, se cruzan ambos dedos índices a modo de X.
La seguridad ciudadana erá total y, sólo vi una vez, en uno de estos mercadillo, robarle un bolso a una señora. Pero había que ver al ladrón, estaba famélico, no había comido en días y necesitaba el dinero para comer.
En la época de estío, el terrible calor junto a la humedad (Nanjing se asienta en las orillas del gran río Yangtsé) hacia el ambiente poco soportable.
Para soportar los veranos de Nanjing tuve que hacer la máquina que se puede ver a la derecha.
Pero Nanjing, como cualquier ciudad, también tenía sus servicios de limpieza, no crean que no. Por ejemplo, una tarde mientras daba uno de mis verpertinos paseos, empecé a escuchar una bella canción, era 'When the saints are marching in'. Atónito, comencé a mirar en todas direcciones tratando de averiguar de dónde provenía aquella balada. De repente fui completamente empapado.
Los camiones de limpieza de las calles dirigen sus potentes chorros hacía el asfalto, pero también hacía las aceras y avisas a los viandantes de su presencia, haciendo sonar diferentes canciones mediante megafonía.
Bueno, esta vez sólo pude ladrarle a la luna, pero la próxima, me lo cargo. ¡Lo prometo!
Ahora de verdad, era tal el calor que, los grandes almacenes (típicamente sólo para extranjeros) a la hora del cierre dejaban escapar por debajo de las puertas algo del aire acondicionado. Los económicamente débiles dormían en la acera y cerca de las puertas de los grandes almacenes (supongo que tendrían los lugares ya adjudicados).
Y el índice de paro. Era nulo. ¿Cómo era esto posible? Simplemente se obligaba a que varias personas (con salarios paupérrimos) hiciesen la labor que podía realizar uno sólo.
Por ejemplo, en cualquier ciudad del mundo uno está acostumbrado a ver en los grandes almacenes a multitud de clientes atendidos por un par de dependientes (si hay alguno). En cambio en los grandes almacenes de Nanjing lo normal es que hubiera montones de dependientes para atender a un par de clientes (los grandes almacenes estaban reservados a los extranjeros y éramos dos).
¿Quién puede hacer una compra tranquilamente con tanta ayuda?
También, en la única estación de servicio de la ciudad de Nanjing, fui testigo de lo importante que es el trabajo en equipo. Mientras que en el resto del mundo es muy difícil encontrar una estación de servicio en la que no tenga que servirse uno mismo, en Nanjing vi como a tres manos que sujetaban una única manguera.
Puede que, esa única estación de servicio se usara por la 'Escuela Superior de Nanjing de Empleados de Estaciones de Servicio' (ESNEES para resumir) para realizar prácticas de sus alumnos ¡Puede!
¡Y los camareros! Como he dicho 'vivía' en el hotel Holiday Inn, y allí tomaba únicamente el desayuno (para el resto de las comidas me buscaba la vida). Pues bien, mientras tomaba el desayuno tenía a cuatro camareros pendientes de mí.
Tenía que tener sumo cuidado con el último bocado pues, según lo llevaba a la boca, el plato desaparecía debajo.
Un día, por ejemplo, presencié una disputa entre los cuatro muchachos que tenía de servicio. Era un domingo y el comedor no estaba precisamente muy abarrotado. Sólo otro huésped y yo. Los cuatro camareros comenzaron a discutir sobre quien había sido el primero en ver el plato ya vacío.
Debido al hecho de trabajar en China mientras que vivía en los EE.UU., muchas veces tenía que volar sobre el Océano Pacífico y atravesaba la línea del cambio de fecha. En uno de esos vuelos tomé la 'afoto' a la izquierda.
En aquella época, la IATA ya había prohibido fumar en todos los vuelos (¡y sin consultarme a mí!). Para fumar me iba al final del avión (como en el 'cole', castigado en la última fila), pero la azafata me veía y venía corriendo con un vaso con agua para que apagara el cigarro mientras vociferaba "不要在飛機上吸煙!" (¡No fume en el avión!). Tan pronto se alejaba con el vaso y el cigarrillo apagado en él, volvía a encender otro.
La tripulación de a bordo solía coger las últimas filas del avión, que tapaban con cortinillas, y en ellas dejaban sus cosas y descansaban. Un día miré, por curiosidad, a través de las cortinillas. ¡Como olia a tabaco!
El horóscopo chino se basa en ciclos de 12 años, en vez de meses como en nuestro zodiaco.
Los doce signos animales del zodiaco chino son, en orden: rata, buey, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro y cerdo.
Como estuve viviendo en China durante el año 1998, entonces: